La
pintura metafísica es un movimiento artístico italiano que nace en
1916 de un encuentro casual de Giorgio
de Chirico
con Carlo
Carrà
en el Hospital Militar de Ferrara.
La ciudad, con el Castello Estense y sus calles
silenciosas,
fascina a los dos artistas y les inspira las atmósferas oníricas de
sus obras. Otros pintores vinculados a este movimiento son Alberto
Savinio, Filippo de Pisis y Giorgio Morandi hasta
su disolución hacia 1921, cuando se estaban desarrollando las nuevas
tendencias de Valori Plastici. El origen y las motivaciones
del movimiento son distintas en
cada
uno de sus representantes.
Para De Chirico,
griego de
nacimiento, de padres italianos
y de formación alemana,
son elementos importantes a la vez de la cultura
nórdica extra-pictórica
(Nietzsche, Schopenhauer, y Weininger) y de
cultura pictórica clásica y visionaria.
Giorgio de Chirico.Un mundo onírico.
Elementos
que caracterizan la pintura metafísica de Giorgio de Chirico.
Plazas solitarias donde el tiempo parece haberse detenido.
Perspectivas
con numerosos puntos de fuga.
Relojes
enigmáticos.
Estatuas
bañadas por la luz y misteriosos maniquíes formados con herramientas de carpintero.
*El
maniquí hace su aparición en la pintura de Giorgio de Chirico:
según él, la idea se le ocurrió a causa de un personaje, el
“hombre sin rostro”, de una pieza de teatro de su hermano,
Alberto Savinio. Construcción emblemática del hombre-autómata
contemporáneo, tal como aparece en las “Musas inquietantes” de
1916, «El gran metafísico» y «Héctor y Andrómaca» (1917), el
maniquí ofrece, desde el punto de vista de la composición, una gama
interesante de recursos plásticos.
Fragmentos
de estatuas clásicas.
Referencias filosóficas y literarias de su Grecia natal y del simbolismo
de la escuela alemana.
Perspectiva
metafísica “unageometría de lo absurdo donde las sombras no coinciden con la teoría
de las sombras”.
Se puede encontrar la noción de perspectiva metafísica en los
cuadros “Villas romanas” de 1922, donde se evidencia el gusto del artista por la arqueología.
En
París, en 1911, Giorgio de Chirico entabló amistad con Paul Valery
y Guillaume Apollinaire, pero no se une ni al cubismo
ni
a ninguna de las vanguardias. Busca
su propio lenguaje
de manera autónoma, uniendo elementos de orígenes diversos que
representan sus visiones oníricas como expresión del tiempo que
pasa. En los cuadros realizados a partir de 1912 («La estatua se ha
movido», «El enigma de la hora», «La gran torre»), define el
espacio con elementos arquitecturales que aparecen claramente como
bastidores en perspectiva, vacíos e inhabitables.
La torre roja,
1913, Giorgio
de Chirico,
(Venecia, Colección Peggy Guggenheim). Expuesta en París en el
Salón de otoño de 1913, esta composición tiene una estructura
multicéntrica, marcada por las líneas divergentes sobre las cuales
se alinean los arcos que cierran la plaza donde se eleva un monumento
ecuestre y una torre circular.
Los
cuadros sin perspectiva como los “Interiores metafísicos” están
poblados de objetos descritos con un rigor minucioso: objetos
corrientes ubicados en un contexto espacio-temporal que le es ajeno.
Canto de amor,
1914, Giorgio
de Chirico,
(Nueva York, Museum of Modern Art). Esta pintura, inspirada en una
poesía de Guillaume Apollinaire, fue realizada algunos años antes
del comienzo oficial de la corriente metafísica: De Chirico
utilizaba ya encuentros imposibles entre objetos diversos, como el
molde de la cabeza del Apolo del Belvedere y un guante de caucho. El
tren que aparece a la izquierda del cuadro es un homenaje a su padre,
ingeniero ferroviario.
De
Chirico participó en la primera
exposición surrealista que
tuvo lugar en París en 1925, pero romperá
definitivamente con los artistas de este movimiento en 1928.
Más tarde, después de haber desautorizado ciertas obras suyas,
continuará su búsqueda, uniendo conocimiento técnico y respeto a
la tradición, así como el rechazo del arte contemporáneo. Su
periodo más interesante será indiscutiblemente el periodo
metafísico, que abre una nueva vía a la investigación pese a que
influyó en ciertos aspectos, en los surrealistas (Magritte, Tanguy,
Ernst, Dalí).
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